_ He conseguido el sueño americano (2007).



Jesús Guillem es uno de uno de esos paterneros que no ha tenido precisamente una vida fácil y de la cual siempre podremos extraer una lección ilustrativa bastante gratificante. Nacido en Paterna, estuvo trabajando en los años treinta en la droguería María Cristina, en la calle de las Barcas, y en un momento determinado, allá por los años cuarenta, viró su rumbo hacia las américas en busca de un mejor porvenir. Primero se instaló en Filadelfia. Allí estuvo trabajando en una verdulería. Posteriormente se fue a residir a California donde ha estado viviendo el resto del tiempo. Su vida no ha tenido otro objetivo más que trabajar, trabajar y trabajar en el llamado país de las oportunidades. Por las mañanas, en la empresa Caterpiller, famosa fábrica de tractores, en la cual entró como peón y de la cual terminó siendo inspector general. Al mismo tiempo, y por las tardes, para obtener un sobresueldo, trabajaba fregando platos en algún restaurante de la zona. A pesar de tanta y tanta faena, debido a su pasión por el deporte, aún sacaba algo de tiempo para ayudar al entrenador del equipo de fútbol y de natación de la Universidad de Hardware, actividad que en la actualidad todavía desempeña, con la cual disfruta y donde, según nos consta, es una persona muy querida por parte de todos, tanto por los entrenadores, como por los deportistas. No en vano, su fotografía se encuentra expuesta en compañía de la de los profesores de la Universidad de Hardware en la llamada hall fame, salón en el que están expuestas en sus paredes las fotografías de los profesores más ilustres de dicha Universidad.

No es difícil verlo en los meses de verano por las calles de Paterna pedaleando su bicicleta de colores, vestido con atuendo deportivo y la gorra de béisbol calada hasta las cejas. Debido a su carácter extrovertido, siempre tiene una palabra de aliento para cualquier conocido que la necesite, un piropo para cualquier chica guapa que por su lado pase, o un saludo para cualquiera que se le cruce en su camino; en castellano, su lengua madre, o en ingles, la lengua de su país de adopción. Personalmente, siempre me ha producido una gran alegría verle por las calles de Paterna, puesto que esto significa que las fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer se encuentran a la vuelta de la esquina.

Su vida en Valencia transcurre entre la calle Ernesto Ferrando, también llamada calle del Batán, en casa de su cuñada Luisa, Luisa la del Mitre[1] , la Parroquia San Pedro Apóstol y la playa de la Malvarrosa, donde cada día acude a nadar, a hacer deporte –no es difícil verle jugando a voleibol o a fútbol playa con grupos de adolescentes- y en donde, huelga decirlo, ya se ha hecho amigo de los socorristas que vigilan las playas, los cuales, de año a año, le recuerdan y esperan su llegada para el próximo verano.

            Hace un año coincidí con él de casualidad en un restaurante de comida rápida americana que se encuentra enfrente de la estación del Norte en Valencia. Comimos juntos y tuve ocasión de conocerlo mejor. Así, intercambiamos opiniones acerca de nuestro querido pueblo de Paterna, de sus tradiciones, de su futuro, entre otras cosas, sazonado, entre bocado y bocado de hamburguesa, con algún que otro toque de humor típico americano. “Le voy a decir a mi amigo Bush que te envíe a Guantánamo”, le decía a una camarera de dicho restaurante a quien ya conocía. Y es que allá donde va no pasa desapercibido. Siempre tiene una palabra agradable para todo aquel que se encuentra a su paso.

Es descendiente de los últimos campaneros que hubo en Paterna, y que fueron su abuelo, Julio Montaner, así como su tío, también llamado Julio Montaner. Los antiguos del lugar aún le recuerdan a Jesús, junto con su hermano Ernesto, de niños, corriendo detrás de su tío Julio para voltear la campana de San Vicente Ferrer algún día que amenazaba tormenta, resguardándose conforme podían de las gruesas gotas de lluvia que comenzaban a caer sobre el suelo e intentando llegar cuanto antes para evitar que el granizo hiciese de las suyas tanto en el término municipal de Paterna como en sus cosechas. Y por eso mismo, no pasa un año en España sin subir al Campanario de la Parroquia de San Pedro Apóstol. Allí le imaginamos en un ameno diálogo con las campanas del Santísimo Cristo de la Fe, de Santa Bárbara, de San Pedro, del Santísimo Sacramento y de San Vicente Ferrer, recientemente rehabilitadas. Conociendo su genealogía, no sabemos qué pensará acerca de la electrificación de las campanas, especialmente ahora que se ha llevado a cabo una rehabilitación integral de las mismas, al habérseles sustituido la trucha de hierro que las coronaban, por una de madera, así como al haberse programado automáticamente todos los toques de campana. Estas son las cosas de las nuevas tecnologías que nos permiten que, con solo pulsar un botón, se celebre un volteo general de campanas.

            Se encuentra orgulloso de pertenecer a la llamada Peña del Biberón y desde la distancia, cada año nos ilustra con sus recuerdos de la infancia, con sus vivencias de juventud en su querido pueblo, las experiencias vividas a miles de quilómetros de Paterna en un precioso artículo que, año tras año escribe para el libro de las fiestas y que, como no podía ser menos, este año también tendremos ocasión de leerlo a lo largo de estas páginas.

Católico convencido y comprometido, considera que en todas las circunstancias en las que se ha ido encontrando a lo largo de su vida siempre ha estado la mano de Dios detrás, presente y por eso mismo, las ha ido aceptando tal y como le han ido llegando. Hay que resaltar su gran fe y su gran devoción al Santísimo Cristo de la Fe, y por tanto no es extraño que bastante a menudo, sobretodo por las tardes, acuda a su capilla para tener momentos personales de oración con el Dios creador.

En Jesús Guillem podemos ver representado a todo paternero que, a través de la historia ha tenido que emigrar de Paterna a cualquier otro lugar del mundo para lograr una prosperidad personal mejor. En este caso en Estados Unidos, en la Costa Oeste, en California. Realmente podemos decir de él que ha conseguido el sueño americano, en el país de las oportunidades. Para él, y para todos aquéllos que a lo largo de la historia se han visto en circunstancias parecidas, nuestro reconocimiento y nuestro recuerdo.


[1]  Desde estas líneas queremos agradecer a Luisa su colaboración prestada para la confección de este artículo, tanto por la información facilitada de Jesús Guillem, así como por cedernos la fotografía que ilustra este artículo.

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