Querido Nacho:
Este año en el
que tomas la Primera Comunión, aprovecho la oportunidad que me brinda la
Cofradía del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer de publicar este
pequeño artículo en el libro de las fiestas para contarte algunas cositas que
me imagino te gustará saber, ahora que, según decían nuestros antepasados, ya
tienes uso de razón, y empiezas a descubrir la forma en que gira este mundo
realmente.
La Primera
Comunión es aquella celebración religiosa en que un niño o una niña se acercan
por primera vez a celebrar la Eucaristía y come el Cuerpo de Cristo. Me imagino
que en esas catequesis a las que has asistido de forma regular te han enseñado
todas estas cosas. Pero seguro que no te habrán contado de qué manera se
celebraban las primeras comuniones en este tu querido pueblo de Paterna hace
años Así que, en estas páginas te lo contaré, a modo de catequesis, para que
conozcas algo más de nuestro querido pueblo.
Antes de tomar
la Primera Comunión, es obligatorio
asistir a unas sesiones de catequesis donde aprendemos que lo que vamos a hacer
no es comer el pan de casa, sino algo mucho más importante: El Cuerpo de
Cristo. En Paterna, las sesiones de catequesis cuenta la gente mayor que en los
años 30 se desarrollaban en el Palacio, donde ahora mismo se encuentra ubicado
el Ayuntamiento. En los años 40, y hasta la actualidad, ésta se celebró en el
mismo lugar: en el Centro parroquial, también llamado vulgarmente la Ermita o
el Circul. Allí acudían los niños y
las niñas de 7 u 8 años a aprender la doctrina los domingos por la mañana.
Luego pasó a celebrarse los sábados por la tarde con misa de niños incluida en
el templo parroquial.
Una vez se
acercaba la cuaresma, se preparaba a los niños para la primera confesión. En
ella solían contar al sacerdote esos pecaditos de niño que tanto añoramos los
mayores.
Una semana
antes de la Primera Comunión, se iba por la tarde, después del colegio a la
Iglesia para preparar la ceremonia. Allí se ensayaba, bien donde se sentaba
cada uno quien hacía una lectura, quien hacía una ofrenda…
Llegado el gran
día, con muchísima ilusión para la familia, pero sobretodo para el niño, la
víspera solían exponerse todos los regalos que había ido recibiendo el niño o
la niña de sus familiares y amigos, encima de la cama de los padres. Esta solía
engalanarse para la ocasión con el cubre más lujoso que había en la casa y
encima del mismo se colocaban los regalos. En un rincón visible estaba el
maniquí vestido con el traje de Primera Comunión, comprado normalmente en
Valencia, de marinero si era niño, o de princesa si era niña
Era el domingo
de la Santísima Trinidad cuando los niños de Paterna tomaban la primera
Comunión. Cuentan los antiguos que cuando ellos tomaron la primera comunión, al
ser un pueblo pequeño, iban músicos de la banda municipal casa por casa a
recoger a los niños. El portal de la vivienda de cada uno de los niños amanecía
con una enramada de pétalos de
rosas, dedicada al pequeño. Más tarde, estamos hablando ya de los años 40, se
concentraban a la hora predeterminada en la puerta del Centro Parroquial,
donde, en procesión iban los niños desfilando hasta llegar a la Parroquia de
San Pedro Apóstol. Una vez dentro, se celebraba la misa solemne, donde los
niños, acompañados de sus padres así como de sus familiares y amigos, comían
por primera vez el Cuerpo de Cristo.
Una vez
concluida la ceremonia religiosa, en casa se celebraba este acontecimiento
alrededor de una paella donde estaban invitados familiares y amigos del
comulgador.
El jueves
siguiente, era el Día del Corpus Christi,
festividad en la que se exalta el misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En
un lugar destacado unos, y acompañando a los diversos guiones que acompañaban
al Santísimo otros, procesionaban los niños que el domingo anterior habían
comulgado por primera vez, vestidos con el traje de Primera Comunión que habían
estrenado y lucido el domingo anterior.
Esto fue así
mientras Paterna fue un pueblo pequeño. Poco a poco, debido a la creciente emigración
que se estaba produciendo en aquellos momentos y también al llamado baby boom que se produciría
posteriormente en los años sesenta,
nuestro pueblo fue creciendo en población de tal manera que el templo se
quedaba pequeño para llevar a cabo tal acontecimiento. Entonces se decidió
celebrar la ceremonia de la Primera Comunión en la plaza del Pueblo en una misa
al aire libre. Esto fue a mediados de los años 50, ya con nuevo cura párroco, D.
Francisco Javier Peris Larcada, que tomó posesión de esta Parroquia en 1952. A
las 10 de la mañana daba comienzo la Eucaristía. En el cancel del Templo estaba
situado el altar. A los pies de los escalones de la Iglesia había unos
reclinatorios donde en el momento oportuno, se acercaban los niños, acompañados
de sus padres, y recibían la Primera Comunión. Durante una veintena de años se
celebraron las Primeras Comuniones en Paterna de esta manera: Al aire libre en
la Eucaristía del domingo de la festividad de la Santísima Trinidad.
En el año 1975
tomó posesión como párroco de la Parroquia de San Pedro Apóstol D. Bernardo
Aparisi Peiró. Llegó un momento en el que debido a la cantidad de niños que
comulgaban, la ceremonia se hacía larga y tediosa. Ello hizo que se optase por
celebrar las primeras comuniones dentro del templo parroquial por turnos durante
varios domingos consecutivos. Esto fue ya a mediados de los años 70. Y desde
entonces hasta la actualidad, la ceremonia de la Primera Comunión se ha
realizado dentro del templo parroquial, en diferentes turnos durante los meses
de abril, mayo y junio, según la cantidad de niños que en cada año comulgan el
Cuerpo de Cristo.
También te
hablaré de Carmen Liern. Porque no se concibe la catequesis y las Primeras
Comuniones sin Carmen. Y tampoco se concibe a Carmen Liern sin Catequesis ni
Primera Comunión. Nació en Paterna, el dos de febrero de mil novecientos
veintiocho. Hija de Francisco Liern, el
Rant y de Carmen Torrella, la Menea, era
la mayor de tres hermanos en una familia sencilla de esta villa de Paterna:
Carmen, Francisco y Vicente. Su padre era Caixer
de cebes y su madre ama de casa. Trabajó en el mundo de la marroquinería,
en la fàbrica de les petaques,
ubicada en la calle de los molinos, hasta su cierre. Con posterioridad, pasó a
ser cocinera de la Guardería parroquial “Jesús Niño” hasta su jubilación.
Su vida ha sido un ejemplo constante en la forma de entender la
vida de los paterneros, y una entrega total en sus convicciones, especialmente
en el ámbito religioso y pastoral en la Parroquia de San Pedro Apóstol. Fue
miembro fundadora de Cáritas a principios de los años 50, en compañía de Dª
Esperanza Álvarez de Carvallo y de Dª Carmen Guillem, actividad en la cual ha
estado cooperando durante años y años.
Desde
principios de los años 50 ha colaborado como catequista en la parroquia de S.
Pedro Apóstol, trabajando codo con codo tanto con D. Francisco Javier Peris
Larcada, como con D. Bernardo Aparisi. Actividad en la cual, ha colaborado
hasta prácticamente el final de sus días en aquello que sus fuerzas buenamente
le han permitido. Esta catequesis, como hemos dicho anteriormente, se viene
desarrollando en el Centro Parroquial, lugar que años atrás sufrió una reforma
bastante importante y en la cual colaboró de una manera activa, especialmente
en la gestión y cobro de las loterías que de una forma regular (una vez al mes)
se jugaba para sufragar las deudas que la reforma del Centro Parroquial acarreó
en su momento.
Desde el año
1951 ha desempeñado el cargo de Camarera de la Virgen de los Dolores. Su labor
en esta dilatada época ha consistido en preparar a las siete señoritas que, año
tras año, se encargaban de celebrar la fiesta en honor de la Virgen de los
Dolores, participando junto con las sucesivas clavarías del Santísimo Cristo de
la Fé, en todo aquello que hiciese falta para enaltecer cualquiera de estas dos
festividades, especialmente en la solemne procesión en honor al Santísimo
Cristo de la Fé, en la cual participaban ambas imágenes.
Dentro de las
fiestas en honor a la Virgen de los Dolores, uno de los actos centrales, que en
la actualidad todavía se sigue celebrando es el famoso Encuentro el domingo de
Pascua, en el cual se encuentran en la Calle de San Roque la imagen del Cristo
Resucitado con la Dolorosa. En este acto, la primera dolorosa le quitaba el
velo negro que cubría la espalda de la imagen como señal de luto y se quedaba
con un manto de color azul, como señal de alegría y de júbilo. Una vez asumidas
las fiestas por el Ayuntamiento, es la Reina de las Fiestas la persona sobre la
que recae el honor de retirar este velo negro, acompañada de su Corte de Honor
y Carmen Liern, hasta el final de sus días ha sido la persona encargada de
prepararla en el arte de quitar el velo negro y lanzarlo al vuelo. Actividad
ésta que ha ejercido durante bastantes años.
Además, ha
colaborado activamente con las diferentes clavarías del Cristo, especialmente
en la parcela religiosa de dichas fiestas. Aparte de la asistencia asidua a
todos los traslados y demás celebraciones religiosas, ha participado desinteresadamente
en ellas, amenizando dichos actos litúrgicos con los cantos interpretados por
el coro compuesto por diversas mujeres de la parroquia de S. Pedro Apóstol,
especialmente en la emotiva Misa de Descubierta.
Todos estos son sólo algunos de los méritos que honran a
esta pequeña gran mujer, uno de los lemas de la cual ha sido que aquello que
haga tu mano derecha, que no lo sepa tu mano izquierda. Tanto ha sido esto así,
que se nos ha marchado de este mundo sin que apenas nos hayamos dado cuenta.
Probablemente se le debiera haber tributado algún homenaje en el ocaso de su
vida, con carácter municipal o al menos parroquial, aparte de los promovidos en
su momento por el grupo de catequesis parroquial, así como por el Centro de
Cultura Popular. Entre estas cariñosas palabras dedicadas para ti, Nacho, ahí
va el mío.
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