_ Primeras Comuniones en Paterna (2008).


Querido Nacho:


Este año en el que tomas la Primera Comunión, aprovecho la oportunidad que me brinda la Cofradía del Santísimo Cristo de la Fe y San Vicente Ferrer de publicar este pequeño artículo en el libro de las fiestas para contarte algunas cositas que me imagino te gustará saber, ahora que, según decían nuestros antepasados, ya tienes uso de razón, y empiezas a descubrir la forma en que gira este mundo realmente.

La Primera Comunión es aquella celebración religiosa en que un niño o una niña se acercan por primera vez a celebrar la Eucaristía y come el Cuerpo de Cristo. Me imagino que en esas catequesis a las que has asistido de forma regular te han enseñado todas estas cosas. Pero seguro que no te habrán contado de qué manera se celebraban las primeras comuniones en este tu querido pueblo de Paterna hace años Así que, en estas páginas te lo contaré, a modo de catequesis, para que conozcas algo más de nuestro querido pueblo.

Antes de tomar la  Primera Comunión, es obligatorio asistir a unas sesiones de catequesis donde aprendemos que lo que vamos a hacer no es comer el pan de casa, sino algo mucho más importante: El Cuerpo de Cristo. En Paterna, las sesiones de catequesis cuenta la gente mayor que en los años 30 se desarrollaban en el Palacio, donde ahora mismo se encuentra ubicado el Ayuntamiento. En los años 40, y hasta la actualidad, ésta se celebró en el mismo lugar: en el Centro parroquial, también llamado vulgarmente la Ermita o el Circul. Allí acudían los niños y las niñas de 7 u 8 años a aprender la doctrina los domingos por la mañana. Luego pasó a celebrarse los sábados por la tarde con misa de niños incluida en el templo parroquial.

Una vez se acercaba la cuaresma, se preparaba a los niños para la primera confesión. En ella solían contar al sacerdote esos pecaditos de niño que tanto añoramos los mayores.

Una semana antes de la Primera Comunión, se iba por la tarde, después del colegio a la Iglesia para preparar la ceremonia. Allí se ensayaba, bien donde se sentaba cada uno quien hacía una lectura, quien hacía una ofrenda…

Llegado el gran día, con muchísima ilusión para la familia, pero sobretodo para el niño, la víspera solían exponerse todos los regalos que había ido recibiendo el niño o la niña de sus familiares y amigos, encima de la cama de los padres. Esta solía engalanarse para la ocasión con el cubre más lujoso que había en la casa y encima del mismo se colocaban los regalos. En un rincón visible estaba el maniquí vestido con el traje de Primera Comunión, comprado normalmente en Valencia, de marinero si era niño, o de princesa si era niña

Era el domingo de la Santísima Trinidad cuando los niños de Paterna tomaban la primera Comunión. Cuentan los antiguos que cuando ellos tomaron la primera comunión, al ser un pueblo pequeño, iban músicos de la banda municipal casa por casa a recoger a los niños. El portal de la vivienda de cada uno de los niños amanecía con una enramada de pétalos de rosas, dedicada al pequeño. Más tarde, estamos hablando ya de los años 40, se concentraban a la hora predeterminada en la puerta del Centro Parroquial, donde, en procesión iban los niños desfilando hasta llegar a la Parroquia de San Pedro Apóstol. Una vez dentro, se celebraba la misa solemne, donde los niños, acompañados de sus padres así como de sus familiares y amigos, comían por primera vez el Cuerpo de Cristo.

Una vez concluida la ceremonia religiosa, en casa se celebraba este acontecimiento alrededor de una paella donde estaban invitados familiares y amigos del comulgador.

El jueves siguiente, era el Día del Corpus Christi, festividad en la que se exalta el misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En un lugar destacado unos, y acompañando a los diversos guiones que acompañaban al Santísimo otros, procesionaban los niños que el domingo anterior habían comulgado por primera vez, vestidos con el traje de Primera Comunión que habían estrenado y lucido el domingo anterior.

Esto fue así mientras Paterna fue un pueblo pequeño. Poco a poco, debido a la creciente emigración que se estaba produciendo en aquellos momentos y también al llamado baby boom que se produciría posteriormente en los años sesenta, nuestro pueblo fue creciendo en población de tal manera que el templo se quedaba pequeño para llevar a cabo tal acontecimiento. Entonces se decidió celebrar la ceremonia de la Primera Comunión en la plaza del Pueblo en una misa al aire libre. Esto fue a mediados de los años 50, ya con nuevo cura párroco, D. Francisco Javier Peris Larcada, que tomó posesión de esta Parroquia en 1952. A las 10 de la mañana daba comienzo la Eucaristía. En el cancel del Templo estaba situado el altar. A los pies de los escalones de la Iglesia había unos reclinatorios donde en el momento oportuno, se acercaban los niños, acompañados de sus padres, y recibían la Primera Comunión. Durante una veintena de años se celebraron las Primeras Comuniones en Paterna de esta manera: Al aire libre en la Eucaristía del domingo de la festividad de la Santísima Trinidad.

En el año 1975 tomó posesión como párroco de la Parroquia de San Pedro Apóstol D. Bernardo Aparisi Peiró. Llegó un momento en el que debido a la cantidad de niños que comulgaban, la ceremonia se hacía larga y tediosa. Ello hizo que se optase por celebrar las primeras comuniones dentro del templo parroquial por turnos durante varios domingos consecutivos. Esto fue ya a mediados de los años 70. Y desde entonces hasta la actualidad, la ceremonia de la Primera Comunión se ha realizado dentro del templo parroquial, en diferentes turnos durante los meses de abril, mayo y junio, según la cantidad de niños que en cada año comulgan el Cuerpo de Cristo.

También te hablaré de Carmen Liern. Porque no se concibe la catequesis y las Primeras Comuniones sin Carmen. Y tampoco se concibe a Carmen Liern sin Catequesis ni Primera Comunión. Nació en Paterna, el dos de febrero de mil novecientos veintiocho. Hija de Francisco Liern, el Rant y de Carmen Torrella, la Menea, era la mayor de tres hermanos en una familia sencilla de esta villa de Paterna: Carmen, Francisco y Vicente. Su padre era Caixer de cebes y su madre ama de casa. Trabajó en el mundo de la marroquinería, en la fàbrica de les petaques, ubicada en la calle de los molinos, hasta su cierre. Con posterioridad, pasó a ser cocinera de la Guardería parroquial “Jesús Niño” hasta su jubilación.

Su vida ha sido un ejemplo constante en la forma de entender la vida de los paterneros, y una entrega total en sus convicciones, especialmente en el ámbito religioso y pastoral en la Parroquia de San Pedro Apóstol. Fue miembro fundadora de Cáritas a principios de los años 50, en compañía de Dª Esperanza Álvarez de Carvallo y de Dª Carmen Guillem, actividad en la cual ha estado cooperando durante años y años.

Desde principios de los años 50 ha colaborado como catequista en la parroquia de S. Pedro Apóstol, trabajando codo con codo tanto con D. Francisco Javier Peris Larcada, como con D. Bernardo Aparisi. Actividad en la cual, ha colaborado hasta prácticamente el final de sus días en aquello que sus fuerzas buenamente le han permitido. Esta catequesis, como hemos dicho anteriormente, se viene desarrollando en el Centro Parroquial, lugar que años atrás sufrió una reforma bastante importante y en la cual colaboró de una manera activa, especialmente en la gestión y cobro de las loterías que de una forma regular (una vez al mes) se jugaba para sufragar las deudas que la reforma del Centro Parroquial acarreó en su momento.

Desde el año 1951 ha desempeñado el cargo de Camarera de la Virgen de los Dolores. Su labor en esta dilatada época ha consistido en preparar a las siete señoritas que, año tras año, se encargaban de celebrar la fiesta en honor de la Virgen de los Dolores, participando junto con las sucesivas clavarías del Santísimo Cristo de la Fé, en todo aquello que hiciese falta para enaltecer cualquiera de estas dos festividades, especialmente en la solemne procesión en honor al Santísimo Cristo de la Fé, en la cual participaban ambas imágenes.

Dentro de las fiestas en honor a la Virgen de los Dolores, uno de los actos centrales, que en la actualidad todavía se sigue celebrando es el famoso Encuentro el domingo de Pascua, en el cual se encuentran en la Calle de San Roque la imagen del Cristo Resucitado con la Dolorosa. En este acto, la primera dolorosa le quitaba el velo negro que cubría la espalda de la imagen como señal de luto y se quedaba con un manto de color azul, como señal de alegría y de júbilo. Una vez asumidas las fiestas por el Ayuntamiento, es la Reina de las Fiestas la persona sobre la que recae el honor de retirar este velo negro, acompañada de su Corte de Honor y Carmen Liern, hasta el final de sus días ha sido la persona encargada de prepararla en el arte de quitar el velo negro y lanzarlo al vuelo. Actividad ésta que ha ejercido durante bastantes años.

Además, ha colaborado activamente con las diferentes clavarías del Cristo, especialmente en la parcela religiosa de dichas fiestas. Aparte de la asistencia asidua a todos los traslados y demás celebraciones religiosas, ha participado desinteresadamente en ellas, amenizando dichos actos litúrgicos con los cantos interpretados por el coro compuesto por diversas mujeres de la parroquia de S. Pedro Apóstol, especialmente en la emotiva Misa de Descubierta.

            Todos estos son sólo algunos de los méritos que honran a esta pequeña gran mujer, uno de los lemas de la cual ha sido que aquello que haga tu mano derecha, que no lo sepa tu mano izquierda. Tanto ha sido esto así, que se nos ha marchado de este mundo sin que apenas nos hayamos dado cuenta. Probablemente se le debiera haber tributado algún homenaje en el ocaso de su vida, con carácter municipal o al menos parroquial, aparte de los promovidos en su momento por el grupo de catequesis parroquial, así como por el Centro de Cultura Popular. Entre estas cariñosas palabras dedicadas para ti, Nacho, ahí va el mío.

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